Empecé a escribir o reescribir esta carta de agradecimiento, deseos e intenciones ocho días antes de que, este 2021, llegase a su final. Han pasado espacios de tiempo desde entonces… inexorablemente. El tiempo, nuestro tiempo, no hace altos, no nos espera. En este momento estamos a solo unas pocas horas de su cierre, y entre medio he escuchado entrevistas, clases, programas radiales de Darío Sztajnszrajber, argentino, filósofo, docente, conferencista y divulgador de filosofía, y he quedado pausada, dudando aún más de todo. No obstante, y mientras no tenga alguna idea mejor, continúo mi ritual de cada año, entre expectativas más esperanzadoras que las del anterior, y remontando mis miedos; con un crecimiento personal —invaluable— al nivel más íntimo, más puro, como mujer, como ser humano. Me siento feliz por ello y os lo agradezco sin dimensión posible que le encaje.
Mis amados Reyes, por décima vez, de manera ininterrumpida, os escribo y plagio de mis escritos de años anteriores lo que ya sabéis: «No me creáis nada, siempre dudéis de aquello que os digo». Ya debéis tener la seguridad que os expreso lo que siento y lo que pienso, convencida que vosotros sois yo. Me siento segura que sois mis voces, esas que pululan en mi interior creando un debate interno capaz de las mayores proezas y, al mismo tiempo, de los más grandes estancamientos. La experiencia me ha demostrado que al escribiros organizo y ordeno mejor mis ideas, visibilizo mis sentires, pensares y quereres. Tengo la certeza que ello me conducirá a establecer objetivos y metas, llevándome a dónde realmente quiero estar. Sí, me copio en lo anterior y en muchas otras partes de esta “nueva” misiva. Los sueños y anhelos se mantienen; los propósitos se fortalecen; los proyectos tienen continuidad, sus resultados se evalúan, y a los avances, se les da seguimiento.
Insisto: no me creáis nada; escribo para mí sobre mis propósitos invocándolos para el año que esta por iniciar. Me reafirmo en la representación de que el Universo escucha mis deseos y los transforma en realidad. Tomo conciencia que poseo la capacidad de sentirlos, pensarlos, escribirlos o hablarlos y, de forma creativa, concretarlos mediante la instauración de metas inteligentes, realistas, retadoras; aceptando que haré mi mejor esfuerzo y pondré mi mejor empeño con un único propósito: ser feliz y compartir esa felicidad. Felicidad en lograr ser cada día mi mejor versión; felicidad en el aprendizaje; felicidad en la ausencia o el manejo oportuno del sufrimiento. Abrazo la expresión de que «El dolor es inevitable, el sufrimiento, opcional». Acepto, anticipadamente, que aquello que alcance será lo mejor que, con mis recursos, habilidades, destrezas y comprensión pueda obtener, trabajando con ahínco, constancia, perseverancia, reconocimiento de mis limitaciones y potencialidades, fidelidad a mí misma y amor incondicional.
Transito por un momento de caos emocional indescriptible; triste y, a la vez, hermoso dentro de toda su complejidad o simplicidad. ¿Pero, sabéis lo peor? Que me desconozco a mí misma en este marco de fragilidad. Quizá sea mi ego —que sigue allí, empoderado, vital— el que me dice: “¡esto no me puede estar pasando a mí!” Sí, seguramente es él; y en lugar de responder apropiadamente, me trasloco girando dentro de esa negación, con emociones encontradas dentro de un laberinto o un callejón sin salida. ¡Soy fuerte!, lo sé. Tengo el convencimiento que la luz está en algún punto dentro de sus múltiples angostillos. Alto, alto, alto… una mirada al espejo y la reiteración, transformada en orden: tengo que salir, tengo que salir… ¡Saldré! ¡Todo es cuestión de tiempo!
Como cada día, y de manera especial, al finalizar este año he recordado con amor y nostalgia a todos los que están lejos, deseando verlos pronto, abrazarlos, hablarles de cerca y, en algún momento próximo, volver a verlos y compartir con ellos, mi familia extendida, mis amigos y colegas. Un momento especial en nuestras reflexiones lo tienen los que han trascendido: mis padres, mi abuela Magdalena, mis abuelos Francisco y Joaquina; otros familiares y varios amigos. Este 2021 ha sido un año de muchas trascendencias de seres queridos, muy cercanos, muy íntimos, como consecuencia -directa e indirectamente- de la pandemia que desde el 2020 nos azota y somete. Quiero dedicar un espacio especial al recuerdo de mi amiga Dalis de Guillén, quien el 11 de abril desencarnó.
El tiempo no se contiene, pero las esperanzas se conjugan con los sueños para hacernos imaginar un mejor mañana. El 2022 ha de llegar, tan o más esperado que cualquier otro para los que estamos en este siglo XXI. En esta oportunidad hemos de entender que él no será per se un buen año, nosotros nos encargaremos de hacerlo mejor que el anterior, sin agotar el potencial para que sea rebasado por los venideros.
En los dos últimos años me he quedado con sendos mensajes de los múltiples recibidos; ambos siguen siendo vigentes, y lo interesante es que uno y otro se han materializado o expresado. El seleccionado el año pasado habla: “Que en el 2021 volvamos a abrazarnos” (y ya nos estamos abrazando, muy fuerte y en todos los espacios: familiares, amicales, laborales), y el del 2020 decía: “Cuenta una leyenda que, a veces, la vida se encarga de romper los planes porque es el modo de que salgan bien” (y así fue; ocurrió en el tercer cuarto del 2020, y entendí plenamente su significado en el segundo cuarto del 2021). Aún no tengo el elegido para el 2022… sé que lo encontraré antes de que inicie, y marcará el norte. Ha sido encontrado, en un meme, en las últimas horas: “Amo mi equilibrio inestable entre la sabiduría y la locura, la serenidad y la ira, porque me hace jodidamente real.”
Hoy quiero brindar con otro mensaje recibido: “Por lo que ayer dolió y hoy superé. Por los que supieron dejar una huella en mi vida y no una cicatriz [aunque también por los que dejaron cicatrices dolientes y aquellos que me ayudaron a abrirlas para sanarlas correctamente]. Por los viejos tiempos y sus grandes momentos. Por lo que se fue y por lo que está y por lo que vendrá. Por los que partieron, pero están en mi corazón. Por las bendiciones recibidas y las lecciones aprendidas”: ¡Brindo!
En ocasiones pienso que, en alguna de mis vidas pasadas, mi alma reencarnó en el oriente asiático; ¡me gustan sus tradiciones, sus comidas, su cultura… tantas cosas! De allí que esté pendiente de la celebración del año nuevo chino que difiere de la nuestra, y cuya fecha tiene que ver con la luna y sus fases.
La última luna llena del 2021 fue el 18 de diciembre; la primera luna nueva después del Solsticio de Invierno (21 de diciembre 2021) ocurrirá el 3 de enero, y la primera luna llena del 2022 será el 17 de enero. En consecuencia, la fiesta del año nuevo en China será del 1 de febrero del 2022 —correspondiente al año natal del tigre—, y cerrará el 21 de enero del 2023. Esta es su festividad más importante, con una celebración que dura siete días.
El Año Nuevo natal del tigre, según varias páginas consultadas, «tiene rasgos peligrosos y poco caritativos por estar relacionado con el agua». El agua, ¡la marca de mi nacimiento, mi signo y símbolo! Leí que puede ser un momento “especial para la osadía y la grandeza”. «Este signo simboliza la valentía, la fuerza y el exorcismo de males». ¿Cómo será para la cabra de madera —que me corresponde— este año reconocido como del movimiento y la voluntad? ¡Se pinta muy bien!
«Cabra madera… vivirá un año intenso, frívolo, aunque interesante, de beneficios y buenas noticias. Será menos paciente y más valiente a la hora de argumentar y debatir debido a la energía madera que rige parte de su composición energética. Recibirá el año del tigre con ganas de transmutar estilo, trabajar o planear unas vacaciones a un lugar exótico. El cansancio, estrés y aburrimiento se irán disolviendo. Será muy solicitada, sus consejos y experiencias serán revalorizados en situaciones límite. Será un año de recuperación y optimismo, intercalado con interesantes oportunidades en términos de consolidación de logros».
Varias fuentes
De mi carta a vosotros del 2021 traigo a esta mis reflexiones en torno a la duración de siete días. ¿Por qué siete y no seis u ocho? Es enigmática la duración de siete días; el número siete es mágico. Cuando cumplía siete años nació uno de mis hermanos; fue mi regalo de cumpleaños. El dígito siete desde la antigüedad recluyó un halo misterioso. Según varias fuentes consultadas, «para Pitágoras era el número perfecto, Alighieri lo usaba en sus obras y la Biblia lo menciona con frecuencia. ¿Qué secreto oculta? De las siete maravillas a los siete pecados capitales, las claves de una cifra que tiene poder en sí misma.» ¿Por qué las festividades de año nuevo chino comprenden siete días? ¿Por qué entre Navidad y el inicio del año de nuestro calendario Gregoriano hay siete días? ¿Será porque entre cada fase lunar hay poco más de siete días? ¿Tendrá la duración de las fases lunares algo que ver con la magia de este número? Cada una de las cuatro fases principales de la luna dura aproximadamente 7,4 días.
Queridos Reyes Magos: ¡sois mágicos, estáis en mí, sois yo! Me agradezco por lo vivido, descubierto y aprendido. He dado pasos importantes en la aceptación de todas mis facetas, mi ego y mi sombra —a la que conozco y comprendo mejor cada día, dándole la libertad que merece para ser y existir—. Me reconozco como una incesante aprendiz con un apetito voraz e insaciable en búsqueda de conocimientos y experiencias que le permitan validar su filosofía de vida o hacer los ajustes que correspondan.
Reconozco en mí la existencia de un espíritu incansable, valiente e indómito que mora dentro de un alma que, a su vez, habita dentro de una valija de huesos y músculos, arterias y venas, órganos, tejidos y células, moléculas de material genético, neurotransmisores y hormonas, masa y energía, bajo la forma de figura humana femenina que porta mi nombre. Un espíritu agradecido por la oportunidad de un día más, de un año más, de un lapso adicional con innumerables oportunidades para reencontrarse y remontarse a sí mismo, y ser feliz.
Agradezco, como en ocasiones anteriores, todo lo recibido y experimentado. Invoco la paz, la prosperidad, el bienestar y al amor para el año que en breve iniciará. Enmarco mi carta a vosotros con el convencimiento que estáis dentro de mí y que sois, en uno, yo misma. Coincido, acepto y reitero que no es el 2022 el que debe ser diferente ni mejor: soy yo, está en mí.
Retomo, entonces, las preguntas que me permitieron definirme en años anteriores ¿Qué quiero? ¿Qué necesito? ¿Cómo he de vivir? ¿Qué es negociable y qué no lo es?
Un proyecto de vida
Ya os he contado que soy un espíritu de “ideas fijas” y que suelo tener metas que pueden tomar tiempo, quizá mucho tiempo, pero persevero y las alcanzo; para emprender otras nuevas. Una de esas ideas es la remodelación de la 1980A. La pandemia ha afectado el desarrollo de planos y, sobre todo, su aprobación. El proyecto ha avanzado -con todo- y confío que se concrete y concluya en el 2022. ¡La vuelta alrededor del mundo en varios meses!
Quiero, una vez más
En el 2021 no alcance la meta de viajes al exterior, pero el realizado valió por mil, por la compañía, por los reencuentros, por el amor. Al exterior, solo a Miami (Estados Unidos); la pandemia no dio para más. Eso sí, logramos hacer varios viajes internos vacacionales (dos a Boquete, Chiriquí; otros tantos a Aguadulce; algunos a Mi Isla).
En este año que finaliza hemos concretado los encuentros con mis compañeros de secundaria. Iniciamos en mayo y hemos completado cinco a diciembre (en las casas de Pipo, Diomedes; Mi Isla, Casa Roja y finca de Monchi). Ya estamos planificando los correspondientes a los primeros tres meses del 2022. Os agradezco infinitamente por cada uno de los momentos compartidos.
En el 2022 quiero disfrutar de los viajes planificados y los que vayan saliendo; un poco de entropía “controlable”, pero desbordante. Os repito: no me creáis, es mi deseo, nada escrito en piedra, pero sí aquí y en este momento. ¡Mis quereres de viajes, mínimo, dan para varios años por delante! Estados Unidos: Victor en Colorado, Indianápolis, algún crucero de Disney, Miami, Las Vegas, New York. España: Carballal, A Rúa, Freixido, Madrid, Alpedrete de la Sierra, Cerdanyola del Vallès, algún lugar nevado; Marruecos; Rumanía: Bucarest, Sinaia, Slanic Moldova, Brasov. Argentina: donde Daniel Hugo, en Rosario, a Bariloche y la Tierra de Fuego. China, Japón y Oriente. África: el Kilimanjaro, las cataratas Victoria. Australia. ¡Tantos sitios por visitar, tantos lugares por conocer, tantas experiencias por vivir, tantos momentos por compartir! No me creáis, son tres al año, quizá pueda lograr algunos más.
Para cuando las condiciones nos lo permitan anoto la idea de concretar una reunión de los Diéguez de Panamá. ¿Por qué no? También la segunda de los descendientes de Magdalena Pinto; ir a Monte Grande. La familia crece y es necesario que se conozca y reconozca. Organizar y realizar encuentros de los que estudiamos en Rumanía. Recuperar las actividades extracurriculares de UCA. La reunión familiar de fin de año en la Casa Rosa o en Mi Isla.
He logrado llevar el tarro de gratitud/agradecimiento, sugerido por mi hija. En él he depositado un papelito cada día con algo bueno ocurrido. Espero abrirlos el 31 de diciembre de 2021 y leer todo lo maravilloso que este año me enseñó y permitió disfrutar. Quiero continuar con el proyecto de fotografías en ambientes exóticos y en libertad.
Reafirmo —un año más mi propósito, aún en desarrollo— y me reitero a mí misma el querer emprender nuevas tareas que me lleven a alcanzar otras metas. Quiero “crear” belleza, a través de diseños, juegos, innovaciones. Quiero desplegar la cartera de cursos en agua y electrónica, con ICHSA y BLSA; seguir en el desarrollo del plan de acción de BLSA. Entre otras ideas que pululan por mi mente. Quiero seguir soñando y trabajando para la concreción del proyecto sobre el centro de día para adultos mayores y área recreativa en zonas factibles.
Quiero retomar mis proyectos de escritura más inmediatos con fuerza, perseverancia y disciplina:
Me ratifico, como cada año, en mi deseo de seguir escribiendo; mantener los blogs con entradas continuas, de forma permanente; ponerme al día con la publicación de los trabajos de mis estudiantes.
Quiero retomar disciplinadamente la escritura matutina de, al menos, tres páginas que inicié el 3 de noviembre 2016. Proseguir con la edición y publicación del último de los elementos de la saga de Historias negras de una pesadilla en gris; la historia de búsqueda de mis raíces en los pueblos de mis abuelos en Galicia; las historias de mis pueblos. Quiero reunir los escritos autobiográficos, darles forma a esas historias. ¡¡¡Quiero hacerlo y estoy más cerca de ello!!!
1. Historia de mis ancestros (la búsqueda de mis raíces españolas). He llegado y andado en cada sitio de los cuales tenía información que mis abuelos habían estado hasta dar con sus pueblos en Galicia y tener, a este día, ubicados a familiares. Es una historia hermosa e increíble. Está avanzada, pero requiere la puntualización de su estructura. Con un familiar en España (más él que yo) hemos podido llegar a nuestros tatara-tatarabuelos y un poco más atrás. Quiero abordar el tema de las condiciones de vida de Galicia a finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, su vida en aquellos tiempos y su migración.
2. Antología culinaria, está avanzada también. Como regalo de bodas para mi hijo publiqué Mis recetas para Natalie (2010) y una primera reimpresión (2018). Comprende recetas familiares y de amigos que empecé a anotar desde que él me lo pidió cuando tenía 6 años (“para que cuando sea mayor mi esposa me trate”). Ahora, esta segunda obra de cocina trata de nuevas recetas, pero asociadas a la historia de amistad y amor que me une a quiénes me han invitado a su mesa. Sus historias sucintas de vida ligadas a la mía. Soy convencida que el fuego, por su capacidad de reunirnos para protegernos, pero sobretodo para preparar y degustar los alimentos, es el responsable de la socialización de nuestra especie y los saltos cualitativos en su evolución. De allí el “tributo” a las comidas y a quiénes se placen preparándolas, ofreciéndolas, degustándolas, y a quienes amo.
3. La tercera obra de la saga “Historias negras de una pesadilla en gris” (aún sin nombre decidido), continuidad de “Sexo tercerizado” (2019) y “Los silencios del espejo” (2020). Historia triangular, de lazos de amor desgarrados por infidelidades. Está muy avanzada, casi lista; la desmadejé en un momento dado, complicándola en su versión final.
4. Historias o compilaciones de relatos de nuestros pueblos. Historias sueltas, con inicio y casi final, que se remontan a muchos años atrás y otras más recientes, propias y de amigos que las han compartido conmigo a sabiendas que las compilaré, editaré, reinventaré y publicaré. Los escritores nos apropiamos, aún sin permiso, de aquello que nos es contado, leí en algún lugar.
5. Una experiencia de amor atemporal, en condiciones de cautiverio (pandémicas). Gracias por esos siete meses más increíbles de mi vida; gracias por el descubrimiento de mí misma; gracias por el crecimiento compartido. Quiero continuar la limpieza y edición de textos personales intercambiados, que ofrecen, como lo hizo Laura a Petrarca, la inspiración y el material para una obra principal, proporciones guardadas, a semejanza de su Cancionero (Rime in vita e Rime in morte de Madonna Laura; ampliando con el transcurso de los años). Continuaré con la edición de la entrevista a la madre de Dalis y otros encuentros con ella para puntualizar datos y revisar la información hasta ahora generada; y seguir trabajando otros textos ya avanzados. Las palabras de mi amiga Dalis siguen haciendo eco en mi ánimo, son parte de su legado de amistad: “Eres una escritora muy especial. Pareciera que te salen las palabras con la fluidez del agua bajando en el río: plácidas, tranquilas y a veces turbulentas”. Con ellas en mente, tendré el cóctel perfecto.
6. Continuar con el estudio de la conciencia, a partir del material generado de las encuestas aplicadas. Hay mucho por bregar allí; aprender y devolver en propiedad.
Este año será el ideal para avanzar sustancialmente y hasta finalizar varias de estas obras. Seguir pintando mandalas e incursionar en otras técnicas de pintura, como las que he ido experimentando en el 2021. ¿Por qué no?
Quiero, cada mañana, celebrar el nuevo amanecer, y al finalizar el día, cada atardecer; el sol en sus salidas y ocasos; la lluvia cuando cae, los truenos y relámpagos que estremecen la tierra, que embellecen la atmósfera y nutren los suelos. El cielo, las estrellas, la luna en sus diferentes fases, el movimiento de las olas y las corrientes del mar, y el fluir de los ríos; disfrutar la compañía de mis hijos -sus parejas-, y mis nietos, la llegada del o la próxima y los otros dos; mis amores, mi familia extendida; los amigos, mis compañeros; las clases y mis estudiantes quienes son, a la vez, mis maestros.
Quiero dejar de luchar contra mí misma, renunciando a la necesidad de la aprobación externa. Quiero ser mi propia y única crítica a sabiendas de lo que soy. Quiero lograr mi libertad interior preservando mi ser, mi conciencia, mi espacio íntimo. Quiero fortalecer todo aquello que me hace sentir humana y vulnerable; exquisitamente humana. Amar, amar plenamente, sin miedo ni contenciones, en libertad. Quiero seguir defendiendo a los gatos que viven en nuestro patio, a la naturaleza que nos rodea; recordar a Ónix como el mayor de los amores recientes y agradecer. Quiero respetar la vida, dignificando la mía.
«El sufrimiento del mundo, no importa dónde se produzca, me afecta también a mí, porque mi propio sufrimiento no está separado de aquel. Por eso en realidad la compasión, o el ponernos en el lugar del otro no tiene nada que ver con el altruismo, se trata de un dolor que yo siento directamente porque me doy cuenta de que es realmente igual al mío. Si le sucede algo al pulgar de mi pie no digo que tengo una compasión altruista con él, me duele a mí mismo, aunque el dedo esté muy lejos de mi cabeza. De esta forma prácticamente estamos unidos con todo».
Hans Peter Dürr, físico
¿Qué necesito?
Hace poco le escuché decir a un compañero de trabajo una expresión que caló en mi ánimo. «No somos hojas sueltas sino páginas del mismo libro; lo que afecta a alguien, en alguna medida me afecta a mí porque soy parte de esa misma especie. Además, algunos estamos al inicio; otros en el medio; y quizá otros casi al final. Sin embargo, somos parte de un mismo todo» (Luis, comunicación personal).
Entiendo del intercambio anterior que la vida es un gran libro del cual somos sus páginas. Ninguna página se desprende porque de hacerlo éste quedaría con historias cortadas, inconclusas o sin sentido. Cada persona va apareciendo o dejando de estar conforme vayamos avanzando en la lectura; algunas surgirán y permanecerán en cada una o la mayoría de las páginas hasta el final de sus o nuestra vida; otras, estarán en unas cuantas o quizá en una sola página o un párrafo o con menciones a pie de página. Pero todas son esencia y fundamento del crecimiento individual y colectivo de los que allí hemos tenido la fortuna de coincidir en espacio y tiempo para juntos escribir capítulos, relatos cortos, escenas, historias, anécdotas, sean estas más próximas y entrañables o más casuales.
Quiero tener la capacidad y entereza para dar vuelta a las páginas tantas veces como quiera encasillarme en alguna lectura mermando el avance ligero y productivo; continuar con la escritura y lectura de las siguientes páginas. Quiero vivir plenamente el presente, disfrutar cada momento vivido; incluso los entrópicos. Soltar la carga de emociones tóxicas; la penosa tarea de emitir juicios. Evitar que los juicios de los demás me afecten. Reconocer e internalizar que todo es neutro y que son mis creencias e interpretaciones las que enjuician, liberan o condenan.
Quiero continuar en la sanación de mis relaciones de manera tal que fortalezca mi vivir en caminos de respeto, trato digno, lealtad, confianza, amor, felicidad. Disfrutar de cada idea, momento, acción, tarea, esfuerzo y logro alcanzado. De cada inhalación, de cada exhalación; de cada bocanada de aire fresco que entra a mis pulmones, de todo el que sale. Recrearme en cada gota de lluvia, en cada atardecer que selle mi jornada, y en todo amanecer que irradie mi despertar. En cada aleteo de algún ave, del revoloteo de las mariposas, de los ojos atentos de los gatos al mirar, del suspiro del viento cuando acaricia mi piel. Hacer todo lo anterior sin dudas, sin incertidumbres, sin sobresaltos. O, llevándolos al mínimo, manteniendo la flexibilidad, como la espiga que se yergue después que es remecida por el viento.
Quiero mantener La “Casa Roja, nuestro hogar, acogedora; que atrape, retenga, convoque.” Logré en el 2021 la meta de delegar la limpieza de la parte posterior del patio, recolocar la cerca de protección, avanzar en la recuperación del canal de drenaje como un elemento paisajístico de valor; ajardinarlo. Quiero reforzar el proyecto de habilitación de un espacio físico como área de trabajo alternativo, espacio de ocio productivo, alegre, divertido.
Os permito que dudéis, pero lo siguiente es un deseo verdadero. Agradezco a mi amiga Cecilia la recomendación de los retos de nutrición que me llevaron a lograr una de mis metas del 2021: realizar ejercicios físicos y deporte, fortalecer los esquemas de una alimentación ordenada y saludable. En este 2022 quiero retomar la realización guiada de esos retos y lograr introducir los ejercicios físicos como una rutina, más que una meta alcanzada sin continuidad.
Quiero aprender o retomar el aprendizaje de amarme y amar todo lo que me rodea y hago; hacer las cosas con amor. Seguir siendo agradecida con la vida que he elegido vivir.
Otra de mis metas del 2021 era amar; lograr amar en propiedad. Hay que tener cuidado con lo que deseamos porque el Universo nos escucha y transforma nuestros deseos en realidad; debo mejorar las especificaciones, los términos de referencia. Siento que al Universo se le pasó la mano… Con todo, ha sido una experiencia única y esplendorosa, sin importar su extensión en términos de tiempo, también en número siete, ni los puntos finales.
Quiero lograr dedicarle un mínimo de diez minutos al silencio interno, sintiendo mi corazón, mis sentimientos y mis pensamientos. Abrazar la soledad sin sentirme vacía en ella, entendiendo que al estar conmigo misma nunca estaré desierta.
Quiero continuar el aprendizaje “a SER FELIZ a pesar de los inconvenientes, de los desafíos, de los desacuerdos y los demás. Porque la felicidad es un estado de ánimo, una forma de caminar por la vida y esa [quiero] que sea mi elección. Por tanto, declaro que no espero nada, no le tengo miedo a nada, soy libre para ser feliz.”
En consecuencia, os comparto una pequeña lista complementaria de otros de mis “quereres”, extendidos a quienes amo:
—Quiero que en estos días nos conectemos con la sabiduría del silencio para poder escucharnos en el murmullo ligero de la naturaleza.
—Quiero que, en estas festividades de fin de año, las noches estén llenas de observación y conexión con nosotros en nuestra esencia para que así podamos encontrar las respuestas que hemos estado buscando.
—Quiero dar las gracias por la vida de cada uno. Gracias por tu vida, gracias por mi vida.
—Quiero dar las gracias por todos los asuntos inconclusos integrados.
—Quiero convidaros a disfrutar de estos días y a abrazar esa oscuridad para que un día abracemos la luz!
¿Cómo he de vivir?
Me pregunto si debiese fundar mi YO, S.A., o si ya existe. Más allá de mi voluntad para fundarlo por la necesidad de rescatar y mantener mi propio ser sin arrepentimientos. “Si volviera a nacer haría lo mismo, con algunas correcciones específicas.”
He de seguir viviendo con el mismo valor y coraje para envejecer sin asustarme, mas bien con alegría porque cada día es una nueva oportunidad para innovar y hacer cosas; y cada amanecer, para concretar lo pendiente. Siempre he defendido la tesis que la edad es un número, y vivo en consecuencia con esa convicción; sin asustarme con “las arrugas de la edad”. He de seguir abrazando la idea del envejecimiento con dignidad; continuar mirando cada arruga como una medalla al mérito por cada año vivido. “Nunca me he hecho una cirugía de rostro para verme más joven, ni de senos para agrandar las tetas, ni de trasero para agrandar las nalgas, ni soñé con tener la figura torneada de una actriz famosa.” La realidad nos muestra la riqueza y profundidad del ayer frente a lo frágil del mañana. Entiendo que no se envejece por cumplir años, “sino que se deja de vivir cuando se abandonan los ideales, los sueños y las esperanzas.” Cuando nos invade el cuestionamiento del para qué o el por qué vivir.
Tengo cicatrices en mi cuerpo, las que me ha dado la vida: las que me hice de pequeña (…) cuando trepé el árbol de naranja tratando de alcanzar las frutas que estaban en lo alto teniendo otras a niveles más bajos, al alcance de mi mano. Aquellas que me hice cuando huía del azote usado por abuela, saltando cercas por alguna travesura o malacrianza cometida; al pisar alambre púa o enterrarme algún clavo en el patio jugando con mis hermanos y primos durante nuestras vacaciones en casa de abuela Magdalena. Tengo, también, una en la muñeca de mi mano derecha que me hice con una lata de tuna al tratar de abrirla con un cuchillo, y las de los nacimientos de mis hijos.
Fortalezco la idea de vivir conociendo a profundidad mi cuerpo, escuchando su sabiduría. Seguiré buscando entender sus señales que hablan de comodidad o incomodidad, para actuar en consecuencia, atendiéndolo. Aceptar que la enfermedad es un síntoma, no un mal en sí; un mecanismo a través del cual nuestro cerebro nos alerta que algo está mal en nuestro diario vivir.
Agradezco los avances en mi aprendizaje frente al espejo que empieza a dar sus frutos, y la intervención de un amigo —más que amigo, maestro— que me ha prestado sus ojos para verme a mí misma; desde otro ángulo, desde otra experiencia, dentro de mi propio corazón y cerebro. Paulatinamente se debilitan aquellos programas instalados desde temprana edad que hablaban de una fealdad física, constatada años más tarde como inexistente; sus improntas cada vez más se acercan a ser eliminadas; se difuminan irreversiblemente. Sé que, al final, agradeceré por siempre lo vivido bajo ese foco porque, en última instancia, estimuló mi cerebro y mi conciencia hacia aspectos más poderosos que el culto a la belleza física.
Fortaleceré el trabajo realizado en el conocimiento de mí misma, en mi aceptación plena y, sobre todo, en amarme. “Tengo los años que me permiten mirar la vida con una perspectiva diferente, con calma y serenidad, sin perder el interés de seguir creciendo espiritualmente”. Sin embargo, intelectual y éticamente aún hay lastre en mi interior que no trata sobre mi flotabilidad, sino de mi incapacidad o limitaciones para el despegue libre y confiado. Reconozco, como lo hizo mi amiga Mariblanca antes que yo, “que en este momento soy lo más vieja que puedo ser y lo más joven que nunca (jamás) volveré a ser.” O como me dijo, en alguna oportunidad, un querido amigo: eres un fino lienzo cuya edad lo hace aún más valioso y delicado; elementos a tener presente para quien se atreva a trazar pinceladas en él.
Acepto que soy una mujer privilegiada y, por tanto, estoy dispuesta a seguir viviendo intensamente los años que vendrán. Sé que tengo la fuerza, la paciencia y la pasión para alcanzar, si no las estrellas, cualquier meta terrenal que me proponga.
Mis mejores maestros, en adición a mis hijos y ahora mis nietos, son mis estudiantes, de cualquier carrera y de todos los años; desde los que inician un primer año hasta los que están en su primera, segunda y hasta quinta maestría. A pesar de la edad, que he considerado siempre y reitero —aun cuando no había llegado a las tres décadas— un simple número, sigo teniendo estudiantes —de ambos sexos— un tanto mayores que yo; aún en grupos de estudiantes más jóvenes que todos los anteriores (Millennial Generation). Es una combinación explosiva y al mismo tiempo relajante, de crecimiento constante. Energizan; me someten a pruebas cada vez que entro a una sesión de clases. ¿Cómo ajustar lo que sé y quiero transmitir a lo que ellos saben, quieren y necesitan aprender? ¿Cómo logramos sintonizar nuestras señales sobre unas mismas pistas y canales de transmisión-recepción? ¿Cómo lograr que reaccionen, que descubran, acepten y defiendan sus derechos, reconozcan el valor del tiempo y su inversión al estar dentro de un salón de clases; su costo de oportunidad? ¿El cómo ser y mantenerse libres gracias a la educación? Quiero que abracen a la educación y el escepticismo como leales compañeros en su viaje y tránsito por la vida.
El proceso de enseñanza-aprendizaje a través de medios y técnicas virtuales ha representado un reto y ha ofrecido nuevas oportunidades. Cierto que los tiempos de dedicación directa no se ajustan a los establecidos formalmente en una organización docente, sino que van mucho más allá, pero vamos aprendiendo, vamos ajustando. ¡Cuán real es la expresión de Darwin! No solo sobreviviremos a las condiciones actuales, sino que también disfrutaremos la nueva forma de desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje e interactuar con nuestros estudiantes, ¡por nuestra capacidad de adaptarnos a los cambios más que por nuestra inteligencia y fuerza!
En esta pandemia nos hemos redescubierto. No solo tenemos, como sistema biológico, la propiedad del equilibrio dinámico, si no que también somos resilientes. Claro está, hasta la aplicación de cierto nivel de fuerza, carga o presión. Y podemos «rompernos» (caer), pero también poseemos otro límite que supera al de resiliencia que es el de «tenacidad». A partir de allí se aplica el de equilibrio dinámico: nos recuperaremos, pero nos moveremos hacia otro estado que tendrá otras características. Habrá cambios, y responderemos adecuadamente a ellos; nos adaptaremos y evolucionaremos.
Mis compañeros de Calidad de Agua son mis otros maestros. Logran mantener activo y alerta mi cerebro para los temas más variopintos que se nos puedan ocurrir. La vida es nuestro objeto y sujeto de intercambios informales, inolvidables y presentes. El amor, el respeto, la solidaridad, la tolerancia y la empatía son nuestras monedas de cambio. Fortaleceremos nuestra capacidad de celebrar, de reír, de compartir, aún en la distancia. Procuraremos el movimiento de mayor cantidad de sustancias de la felicidad en el interior de nuestros organismos, al tiempo de reducir la producción de aquellas generadas bajo la influencia del miedo, la tristeza y el estrés.
¿Qué es negociable y qué no lo es?
Negociables: espacios; destinos, frecuencias y períodos de viajes; emprendimientos en cuanto a tiempo y espacio.
No son negociables: creación de dudas sobre lo que nuestros sentidos evidencian ante hechos objetivos, invasión y anulación del ser, disponibilidad de tiempo para quedar y estar.
Epílogo
Con mi nieto mayor escribía a principio del 2021, que tres años antes habíamos hecho su carta de Reyes; entonces él tenía cuatro años (hoy tiene 8, caminando hacia los 9). Al finalizar de escribir lo que él iba “pidiendo” me hizo una observación: su “mamá tiene en casa unos reyes magos de madera, pero no hablan”. Es cierto, le respondí. Los reyes magos se presentan en muchas formas. Los que hablan están en el Universo, desde donde nos escuchan. Son polvo de estrellas y están dentro de nosotros también; con ellos hablamos. ¡He allí su magia!
Finalmente, quiero, YO-Péndulo, recibir este 2022 “con mi corazón listo para sentirlo todo”; y en el minuto de inicio repetiré: “prefiero un año emocional que un año sin sentido”, aunque eso “emocional” esté salpicado con pérdidas y una dosis no letal de dolor.
Panamá, a 30 de diciembre de 2021.